En los últimos tiempos,
Borges vivió junto a dos gatos: Odín y su amado Beppo, un fiel aunque irascible gato blanco llamado así en honor a un personaje de Lord Byron -quien también tenía un gato con dicho nombre- y al que siempre le habló de Ud.
El escritor adoraba a los gatos. He aquí un bello poema dedicado a uno de ellos, 'A un gato', de su obra 'El oro de los tigres' (1972):
A un gato:
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
A su adorado Beppo, Borges le dedicó estos versos incluidos en su obra 'La cifra' de 1981:
BEPPO El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?.